03/06/2024
En el complejo entramado de las organizaciones sociales, y de manera muy particular en el ámbito educativo, existe una tensión fundamental que impulsa o frena el cambio: la que se da entre lo instituido y lo instituyente. Estos conceptos, aunque a menudo abstractos, son herramientas poderosas para analizar por qué las cosas son como son y cómo pueden llegar a ser diferentes. Comprender esta dinámica es clave para cualquier persona que interactúe con o dentro de estructuras organizacionales, especialmente en escuelas y colegios.
Lo instituido y lo instituyente no son entidades separadas, sino dos caras de una misma moneda, dos polos en un constante campo de fuerza que da forma a la realidad social. Se podría pensar en ellos como la estabilidad frente al movimiento, el orden frente al potencial caos, la norma frente a la transgresión creativa.

¿Qué es lo Instituido?
El término 'instituido' proviene del verbo 'instituir', que, como bien señala una definición, significa 'fundar o establecer [algo]' o 'nombrar o declarar [a alguien] para el ejercicio de un cargo o papel'. En un sentido más amplio y aplicado a las organizaciones, lo instituido se refiere a todo aquello que ya está establecido, que ha adquirido forma, norma y estabilidad. Son las estructuras, las reglas formales e informales, las costumbres, los procedimientos, los roles definidos, el currículo oficial, los horarios, los sistemas de evaluación, las jerarquías de poder, e incluso las maneras de pensar y de hacer que se han sedimentado con el tiempo.
Lo instituido representa el orden establecido, lo predecible, lo que da cohesión y continuidad a una organización o a la sociedad. Es el conjunto de normas y prácticas que han sido aceptadas, legitimadas y, en muchos casos, naturalizadas. Funciona como un marco de referencia, un esqueleto sobre el cual se articula la vida organizacional y social. Su principal función es garantizar la estabilidad, la reproducción del sistema y la reducción de la incertidumbre. Proporciona un sentido de identidad colectiva y define lo que es 'normal' o 'correcto' dentro de ese contexto.
Sin embargo, lo instituido también puede ser rígido, resistente al cambio, conservador. Puede convertirse en una jaula que limita la creatividad, sofoca la innovación y perpetúa desigualdades o prácticas obsoletas. Cuando lo instituido predomina de manera absoluta, la organización tiende al estancamiento, a la burocratización excesiva y a la pérdida de conexión con un entorno que inevitablemente evoluciona.
¿Qué es lo Instituyente?
Frente a la solidez de lo instituido, emerge lo instituyente. Este es el polo del movimiento, de la crítica, de la creatividad, del deseo, de la necesidad de cambio. Lo instituyente representa las fuerzas sociales y organizacionales que cuestionan el orden establecido, que proponen nuevas formas de hacer, de pensar, de relacionarse. Son las iniciativas innovadoras, las protestas, los movimientos sociales, las nuevas ideas pedagógicas, la insatisfacción con el status quo, la búsqueda de alternativas, la capacidad de imaginar realidades diferentes.
Lo instituyente es la potencia transformadora, la energía que empuja los límites de lo conocido. No tiene una forma fija; es más un proceso, una fuerza en acción. Surge de las contradicciones internas del propio sistema instituido, de las demandas externas, de la creatividad individual o colectiva. Es la fuente de la innovación, la adaptación y la evolución. Sin lo instituyente, las organizaciones y las sociedades se petrificarían y eventualmente colapsarían al no poder responder a los desafíos emergentes.
Sin embargo, si lo instituyente opera sin ningún contrapeso, puede generar caos, desorganización y pérdida de rumbo. Un cambio constante y sin dirección puede ser tan perjudicial como la ausencia total de cambio.
La Tensión Dialéctica entre Ambos Polos
La clave para comprender la dinámica social y organizacional reside en la relación entre lo instituido y lo instituyente. No son opuestos que se anulan, sino polos en una tensión constante y necesaria. Lo instituyente surge para desafiar y transformar lo instituido. Si lo logra, estas nuevas formas, prácticas o normas pueden, con el tiempo, sedimentarse, formalizarse y convertirse a su vez en el nuevo lo instituido. Este proceso de institucionalización es cómo el cambio se consolida y se integra en la estructura.

Esta dialéctica es el motor de la historia y del cambio social. La sociedad (o una organización) nunca está simplemente 'instituida'; está en un perpetuo proceso de ser instituida y des-instituida por las fuerzas instituyentes. La salud de un sistema depende de su capacidad para gestionar esta tensión: ser lo suficientemente estable para funcionar (instituido), pero lo suficientemente flexible para permitir la emergencia de lo nuevo y su posterior integración (instituyente).
La resistencia al cambio es una manifestación de la fuerza de lo instituido, que busca preservar su existencia. La innovación y la transformación son manifestaciones de la fuerza de lo instituyente, que busca crear nuevas formas. El resultado de esta lucha constante determina la dirección y el ritmo del cambio.
La Perspectiva de Lidia Fernández
Lidia Fernández, una destacada pedagoga y estudiosa de las instituciones educativas, utiliza este marco conceptual para analizar las escuelas y otras organizaciones. Para ella, la escuela no es una entidad estática, un simple edificio con reglas, sino un espacio vivo donde esta tensión entre lo instituido y lo instituyente se manifiesta de manera particularmente clara y potente. Su enfoque ayuda a comprender los conflictos, las resistencias, las innovaciones y los procesos de cambio que ocurren dentro de las instituciones educativas.
Según Fernández, analizar una escuela implica identificar:
- Lo Instituido: ¿Cuáles son las normas explícitas (reglamentos, currículo oficial, estructuras de poder) e implícitas (cultura institucional, rituales, formas habituales de relacionarse) que rigen la vida diaria? ¿Cuáles son las tradiciones y las prácticas que se repiten? ¿Cómo se manifiestan la inercia y la resistencia al cambio?
- Lo Instituyente: ¿Cuáles son las fuerzas internas (iniciativas de docentes innovadores, demandas estudiantiles, críticas del personal) y externas (nuevas leyes educativas, cambios sociales, avances tecnológicos, demandas de la comunidad) que presionan por el cambio? ¿Dónde emergen las ideas nuevas, las propuestas alternativas, las resistencias creativas?
Desde su perspectiva, la vida institucional es el resultado de la interacción constante y a menudo conflictiva entre estas dos fuerzas. Las crisis institucionales, por ejemplo, pueden interpretarse como momentos en los que la tensión se vuelve particularmente aguda, donde las fuerzas instituyentes desafían fuertemente un instituido que ya no logra contener la realidad o responder a las necesidades.
Fernández nos invita a ver la educación no solo como la transmisión de un instituido (el conocimiento acumulado, las normas sociales), sino también como un espacio donde debe fomentarse lo instituyente (la capacidad crítica, la creatividad, la formulación de nuevas preguntas, la búsqueda de soluciones innovadoras). Una escuela sana y vital es aquella que no solo reproduce el orden existente, sino que también permite y promueve la reflexión crítica sobre ese orden y la emergencia de nuevas posibilidades.
Ejemplos en la Escuela
Para aterrizar estos conceptos, pensemos en ejemplos concretos dentro de una institución educativa:
- El Currículo: El currículo oficial es un ejemplo claro de lo instituido. Define qué se debe enseñar, cómo se evalúa, en qué tiempos. Sin embargo, la forma en que un docente adapta ese currículo a las necesidades de sus estudiantes, introduce temas no contemplados, utiliza metodologías activas no 'oficiales', o cuestiona la relevancia de ciertos contenidos, representa lo instituyente.
- Las Normas de Convivencia: El reglamento escolar es instituido. Las formas en que los estudiantes negocian esas normas, proponen cambios, o los conflictos que surgen de su aplicación, son manifestaciones de lo instituyente. Un consejo estudiantil que aboga por nuevas reglas o la revisión de las existentes es una fuerza instituyente formalizada.
- Los Roles: La figura del 'profesor' o el 'alumno' con sus expectativas y comportamientos asociados son parte de lo instituido. Sin embargo, un profesor que experimenta con roles más horizontales, o alumnos que toman mayor agencia en su aprendizaje y cuestionan su rol pasivo, expresan lo instituyente.
- La Evaluación: Los exámenes estandarizados o las calificaciones numéricas son instituidos. La búsqueda de formas de evaluación más formativas, la autoevaluación, los portafolios, son iniciativas instituyentes que buscan transformar las prácticas evaluativas tradicionales.
- La Estructura Física y Temporal: Las aulas fijas, los horarios rígidos, la división por edades son elementos instituidos. Proyectos que rompen los límites del aula, clases interdisciplinarias, horarios flexibles, son expresiones de lo instituyente.
En cada uno de estos ejemplos, la tensión entre la forma establecida y la fuerza que busca modificarla es palpable. El análisis de Lidia Fernández nos ayuda a identificar estas fuerzas y comprender la dinámica subyacente de la vida escolar.
La Importancia de Gestionar la Tensión
Una organización que ignora lo instituyente corre el riesgo de volverse obsoleta e ineficaz. Una organización que no logra dar forma y estabilidad a las fuerzas instituyentes (institucionalizarlas de alguna manera) corre el riesgo de la fragmentación y el caos. La clave está en encontrar un equilibrio dinámico.

Esto implica:
- Reconocer y valorar lo instituido: Entender su función de dar orden y cohesión.
- Identificar y no sofocar lo instituyente: Estar abiertos a la crítica, la innovación y las nuevas ideas. Crear canales para que estas fuerzas puedan expresarse.
- Gestionar la tensión: Facilitar el diálogo entre los polos, permitir la experimentación, negociar los cambios.
- Promover la institucionalización reflexiva: Cuando las fuerzas instituyentes logran generar cambios positivos, trabajar para que estos se consoliden y se integren de manera efectiva en la estructura, sin perder la capacidad de seguir cuestionándose.
En el contexto educativo, esto significa crear escuelas que sean capaces de transmitir el legado cultural y los conocimientos establecidos (instituido), pero que al mismo tiempo fomenten el pensamiento crítico, la creatividad, la participación y la capacidad de proponer nuevas formas de aprender y enseñar (instituyente). Es un desafío constante, pero esencial para que las instituciones educativas sigan siendo relevantes y cumplan su función social en un mundo en constante cambio.
Tabla Comparativa: Lo Instituido vs. Lo Instituyente
| Característica | Lo Instituido | Lo Instituyente |
|---|---|---|
| Naturaleza | Establecido, formalizado, normado | Emergente, crítico, creativo |
| Función Principal | Estabilidad, orden, reproducción, cohesión | Cambio, innovación, cuestionamiento, transformación |
| Estado | Sólido, estructurado | Fluido, procesual, potencial |
| Tiempo | Pasado y presente (sedimentado) | Presente (en acto) y futuro (potencial) |
| Origen | Legitimación, repetición, historia | Contradicciones, deseos, necesidades, crítica |
| Relación con el Poder | Asociado a las estructuras de poder existentes | Puede desafiar o buscar reconfigurar el poder |
| Riesgo Principal | Rigidez, estancamiento, obsolescencia | Caos, fragmentación, pérdida de rumbo |
Preguntas Frecuentes
¿Qué diferencia hay entre lo instituido y lo instituyente?
La principal diferencia radica en su naturaleza y función. Lo instituido es lo establecido, la norma, la estructura existente, que busca la estabilidad. Lo instituyente es la fuerza que cuestiona, critica y busca transformar lo establecido, representando el potencial de cambio.
¿Cómo se relacionan lo instituido y lo instituyente?
Se relacionan en una tensión o dialéctica constante. Lo instituyente surge como respuesta a las limitaciones o contradicciones de lo instituido, buscando modificarlo. Si tiene éxito, lo instituyente puede llegar a formalizarse y convertirse en el nuevo lo instituido, en un ciclo continuo de cambio y estabilización.
¿Quién es Lidia Fernández en este contexto?
Lidia Fernández es una estudiosa de las instituciones educativas que utiliza el marco conceptual de lo instituido y lo instituyente para analizar la dinámica interna de las escuelas y otras organizaciones, comprendiendo los procesos de estabilidad, cambio y conflicto que allí ocurren.
¿Por qué es importante entender estos conceptos en educación?
Es crucial en educación porque las escuelas son instituciones que deben, por un lado, transmitir un legado (instituido), pero por otro, preparar a los individuos para un mundo cambiante y fomentar la capacidad de crítica y transformación (instituyente). Entender esta tensión ayuda a analizar los desafíos pedagógicos, organizacionales y sociales que enfrentan las escuelas.
¿Puede lo instituyente convertirse en instituido?
Sí, ese es precisamente el proceso de institucionalización. Una iniciativa instituyente exitosa, una vez aceptada, formalizada y generalizada, se sedimenta y pasa a formar parte del nuevo orden establecido, es decir, se convierte en instituido.
Comprender la compleja interacción entre lo instituido y lo instituyente nos proporciona una lente poderosa para mirar las organizaciones, especialmente las educativas. Nos permite ver más allá de las estructuras superficiales y apreciar el dinamismo subyacente, la lucha constante entre la permanencia y la transformación que define la vida de cualquier institución.
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