¿Qué son los estereotipos de género en el aula?

¿Estereotipos de Género en la Educación?

19/05/2025

Los estereotipos de género son aquellas ideas que limitan el comportamiento de las personas en función de su sexo. Estas se convierten en esquemas que dirigen nuestras acciones y decisiones y se comienzan a adquirir desde el momento de nuestro nacimiento. La construcción de estos esquemas con los que visualizamos cada situación de nuestra vida se inicia desde los primeros años de vida. Si bien es cierto que este proceso de construcción está vigente a lo largo de toda la vida, la base con la que fundaremos nuestros esquemas se forma en la niñez. Estos esquemas son fuertemente influenciados por las creencias familiares y los juicios sociales que aprendemos en el contexto en el que nos desenvolvemos, como por ejemplo en la comunidad educativa.

Como referencia importante, Chomsky (2005) menciona que entre las estructuras cognitivas que la mente desarrolla, hay unas que crecen sin necesidad de esfuerzo y sin que seamos conscientes de ello, mientras otras lo hacen laboriosamente y mediante un esfuerzo consciente. En ambas circunstancias, nuestro entorno aporta su influencia en la construcción de estructuras cognitivas, llegando a cimentar criterios incluso por imitación. Estas influencias afectan a las personas en sus procesos cognitivos sobre lo que cree saber, las capacidades que concibe como propias y cómo entiende que debe actuar, convirtiendo gran parte de su razonamiento en generalizaciones preconcebidas. Lo anterior es en gran medida la razón por la que el cerebro humano realiza categorizaciones de las personas, formando ideas o imágenes a partir de patrones preconcebidos a partir de estereotipos.

¿Qué son los estereotipos de género en el aula?
Resumen: Los estereotipos de género son esquemas que limitan el comportamiento de las personas en función de su sexo; dirigen las acciones y decisiones de las personas influenciadas por el contexto en el que se desenvuelven, incluido el educativo-institucional.

Durán y Cabecinhas (2014) destacan que cuando las personas se enfrentan con su medio no responderían directamente a la realidad externa, sino más bien a la representación de la realidad fabricada por ellas mismas. Resulta evidente la imposibilidad de que las personas representen internamente la realidad con toda su complejidad, por lo que los estereotipos actuarían como herramientas que ayudan a simplificar percepción y la cognición. Comprender cuándo y por qué recurrimos a ellos es el primer paso para eliminar las concepciones basadas en estereotipos. Cuando se realiza una categorización de las personas, se realiza una construcción mental sin la información completa, y para completar dicha categorización la mente recurre a estereotipos preconcebidos y completa la información como con un rompecabezas, sin tener la verdadera información.

Índice de Contenido

Antecedentes de los Estereotipos de Género

Los estereotipos han traído importantes consecuencias en la forma de pensar, actuar y relacionarse de las personas, han permitido que su sociabilización sea basada en valoraciones preconcebidas que resultan subjetivas y que afectan en sus círculos sociales, familiares, educativos, etc., llegando a basar la valoración de las personas en los estereotipos proyectados. Los estereotipos de género (como el resto de ellos) no son necesariamente conscientes, regularmente se encuentran de manera instintiva después de haber sido adquiridos desde el núcleo familiar y reforzados por la sociedad o ambientes en los que se interactúa. Además se han fortalecido con informaciones adicionales como son las redes sociales, programas televisivos, propagandas, revistas, etc., dando lugar a la normalización y distinción por género.

Sin embargo, esta normalización pareciera incomodar cada día más en la sociedad. La discriminación femenina no se plantea en la actualidad explícitamente, debido al rechazo social que se ha generado gracias en gran medida a los movimientos de mujeres (López, 2016). Los movimientos feministas han tomado mayor relevancia a partir de la segunda mitad del siglo XX y han sido pieza clave para la eliminación de los estereotipos que existen por razón de género.

Por otro lado, los medios de comunicación han jugado un papel primordial en la reproducción de estereotipos de género, incluso los han magnificado. Las representaciones sexistas que reproducen fortalecen a los roles que encajonan a la mujer en temas de belleza, doméstico, familiar, moda, cocina, limpieza, o incluso promueven la cosificación de la mujer, mientras que a los hombres se les dirige hacia temas de deportes, tecnología, economía, etc. Lo anterior además ha fomentado la discriminación por identidad, expresión y orientación de género, ya que históricamente en los medios de comunicación existe una discriminación hacia las personas cuya expresión de género no coincide con su sexo biológico, limitándose además en el binarismo que normaliza la violencia de género.

Como ya se mencionó, los estereotipos de género traen consecuencias en la forma de pensar, actuar y de relacionarse de las personas, y el ámbito educativo no ha quedado de lado, las ideas estereotipadas llegan a afectar el desarrollo del alumnado y del profesorado en todas y cada una de sus áreas. Lo anterior ha consentido la cabida de asociaciones por género, actividades sexistas, lenguaje sexista, división de tareas discriminativas, exclusión por diversidad sexual, etc., todo aquello que se rige y normaliza e incluso exige “heteronormativas” basadas en el cumplimiento de masculinidades y feminidades tanto por el profesorado como por el alumnado mismo.

Colás y Villaciervos (2007) señalan que estas representaciones de masculinidad y feminidad pertenecen al imaginario social colectivo, es decir, los estereotipos de género asignados a hombres y mujeres son simplemente prejuicios socialmente establecidos, lo cual estereotipa no solamente a las personas por ser hombres o mujeres, sino que discrimina a las personas de cualquier identidad, orientación o preferencia de género. Los conceptos de masculinidad y feminidad determinan el comportamiento, las funciones, las oportunidades, la valoración y las relaciones entre mujeres y hombres de las comunidades educativas. Es decir, el género responde a construcciones socioculturales capaces de cambiarse por haber sido aprendidas.

Lo anterior puede llegar a formar mujeres (alumnas) con baja autoestima y hombres (alumnos) prepotentes, además de complicar en las personas el descubrimiento y aceptación de su identidad de género; por ese motivo muchas personas no manifiestan su identidad de género debido a que no son lo que la sociedad educativa espera y, en cambio, son sujetos a burlas, discriminación y otros tipos de violencia. Lo anterior no ha permitido que las instituciones educativas trabajen la prevención de la violencia de género con una formación teórica humanística respecto a la diversidad sexual que propicie igualdad de oportunidades académicas relacionando estrechamente los derechos humanos con la búsqueda de la motivación que implemente la perspectiva de género en la comunidad educativa.

Por ello, las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, deben tener claridad sobre las obligaciones que adquieren sobre eliminar estos mecanismos de clasificación (estereotipos) y sobre las políticas que deben implementar para eliminar la construcción y/o reproducción de estereotipos que afecten el desarrollo de cualquier persona para que sus oportunidades no estén condicionadas a cumplir comportamientos basados en las masculinidades y feminidades “adecuadas”. Así pues, se entiende que la educación es pieza clave en la eliminación de los estereotipos, debido a que el alumnado se encuentra en una etapa en la que va aprendiendo sobre los comportamientos discriminatorios, y es en este momento cuando se debe intervenir y erradicar en ellos y ellas filosofías basadas en estereotipos de género.

Estereotipos Masculinos y Femeninos

En el presente artículo se han mencionado los estereotipos de género y cómo la sociedad nos exige vernos y comportarnos según nuestro sexo biológico, es decir, masculinos o femeninas, lo que resulta ser solo construcciones sociales que irán de acuerdo con nuestra cultura.

Estereotipos Masculinos

Socialmente la masculinidad está directamente ligada con la fuerza, el poder, la energía e incluso con la agresividad, llegando a normalizar y justificar la violencia que pudieran practicar. Fonseca (2005) señala que, históricamente, el dominio masculino legitima el uso de la fuerza, la autoridad para controlar la naturaleza y ser el representante del mundo. La visión androcéntrica le atribuye la capacidad de ejecutar el mando hegemónico con la justificación de que la naturaleza ha concedido una diferencia anatómica que determina una distinción cultural. Evidentemente, el determinismo biológico es la justificación para creer que el hombre es más fuerte, más inteligente y capaz. La mera existencia de un órgano viril externo establece la excusa para la división sexual del trabajo, la exclusión de las mujeres de la ciudadanía y del ámbito público.

Los estereotipos de género eliminan oportunidades no solo en las mujeres sino también en los hombres. Estos establecen masculinidades que ejercen tal presión social que limitan a los hombres a desarrollar roles que según los estereotipos son establecidos para ellos, pero les otorga supremacía sobre las mujeres siempre y cuando el hombre no solo sea hombre, sino que además lo parezca. Al seguir las normas de la masculinidad, los hombres no podrán demostrar acciones consideradas como femeninas tales como demostrar afecto a otro hombre (incluso a las mujeres), ternura, sensibilidad; deberá ser exitoso en lo económico, poderoso, valiente, fuerte e incluso hasta violento, y estas acciones las deberá ir reforzando día con día ante los ojos de la sociedad.

Así pues, las masculinidades dictan que para que un hombre sea considerado como tal deberá ser exactamente lo contrario a lo que es una mujer, lo que los lleva a utilizar mecanismos de defensa para confirmarse, tales como la descalificación e invisibilización constante de las mujeres. Las normas de la masculinidad van de la mano con el rechazo a la homosexualidad de los hombres (y de las mujeres), desvalorizando y negando la existencia del derecho a la identidad, orientación y/o expresión de género que tiene cada persona.

Estos estereotipos se reforzarán posteriormente en la escuela por el alumnado, profesorado e incluso por las mismas instituciones educativas, no solo con actividades y material académico, sino con las mismas filosofías docentes; el profesorado juega un papel importantísimo para la erradicación de estereotipos, es por ello que la capacitación docente en género es indispensable y urgente para llegar a la deconstrucción de masculinidades y para la implementación de estrategias pedagógicas promoventes de la adopción de filosofías y estilos de vida sin estereotipos de género. Solano y Rodríguez (2018) señalan que el modelo hetero-normativo patriarcal no cuenta ya con la misma fuerza y preeminencia, pero sus bases son más inestables que antaño. En la investigación realizada se entiende que las masculinidades impactan negativamente en las aulas de clases y en la comunidad educativa, y generan discriminaciones y abusos a pesar de los cambios de filosofías humanistas actuales.

Estereotipos Femeninos

Los estereotipos femeninos son un tipo de violencia de género que pretende controlar las conductas de las mujeres. Estos son aprendidos por imitación, aprendizaje social, influencia familiar, prácticas educativas, etc. Álvarez (2016) indica que la percepción de la identidad femenina aceptada culturalmente señala como negativos ciertos comportamientos sociales que asocian con las identidades de género relacionadas con el cuerpo. Los estereotipos femeninos permiten que las personas sean juzgadas según su sexo biológico y desde su nacimiento; las mujeres recién nacidas se empaparán del color rosa por familiares y personas cercanas y no habrá cabida a dudas respecto a la forma delicada en que se les deberá tratar, y poco a poco irán asimilando el papel de sumisión que “deberán” tomar.

Si bien es cierto que los estereotipos afectan y castigan tanto a hombres como a mujeres, el papel de la mujer lleva aún más desventaja debido al rol de inferioridad que debe jugar, que va desde las tareas del hogar hasta el desarrollo profesional. Aunque en la actualidad existen muchas personas de sexo femenino que han decidido romper con los estereotipos profesionales, el costo de ello generalmente llega al cumplir con dobles o triples roles (mamá, ama de casa y profesionista). En la misma línea, los estereotipos femeninos han sido históricamente fortalecidos por los medios de comunicación. La idea de roles femeninos es vendida a través de estos y el costo es muy caro. Los estereotipos femeninos más comunes en los medios de comunicación son la obligada “belleza”, sumisión, maternidad, responsabilidad del hogar, delicadeza, los cuales se traducen en la cosificación de la mujer.

Existen diferencias estereotipadas que se siguen reproduciendo entre lo que se considera masculino y lo femenino y que la sociedad espera para ser considerada como una persona dentro de la normalidad. Podemos observar que las características de las feminidades son sobre entrega y debilidad y las masculinas sobre grandeza y poder. Algunos ejemplos de estas características estereotipadas:

  • Masculinidad: líder, agresivo, ambicioso, analítico, autosuficiente, competitivo, arriesgado, dominante, independiente, vigoroso, fuerte, asertivo, atlético, seguro.
  • Feminidad: acogedora, sutil, simpática, impaciente, afectuosa, infantil, alegre, le gusta ser madre, compasiva, leal, comprensiva, sutil al hablar, cortés, sensible, tierna, crédula, femenina al vestir.

Como se ha comentado en la presente investigación, se considera que las feminidades y masculinidades afectan tanto a los hombres como a las mujeres, pero también resultan propicias para el sometimiento y control de la mujer, además, a partir de esto la mujer ha aprendido a generar sentimientos de culpa cuando no cumple con las expectativas sociales marcadas muy a pesar de los avances alcanzados. Bosch y Ferrer (2003) argumentan que la fragilidad y sumisión siguen siendo elementos claves en el estereotipo femenino, a pesar de los grandes cambios vividos y de los avances alcanzados. El patriarcado, aunque debilitado, no está en absoluto vencido, sigue ejerciendo su tiranía utilizando para ello argumentos más o menos nuevos, y con una enorme carga agresiva que aplica directamente (como es el caso de las diferentes modalidades de violencia de género) o indirectamente.

En suma, si bien es cierto que en la actualidad se han conseguido cambios respecto a las concepciones que tiene la sociedad sobre cómo deben pensar y actuar hombres y mujeres y en gran medida se han podido ir dejando de lado los roles y estereotipos, también es innegable que la desigualdad de género se encuentra arraigada en la sociedad y que esta trunca o elimina las oportunidades de crecimiento y desarrollo de las mujeres y de los hombres en diferentes áreas.

Estereotipos de Género en la Comunidad Educativa

La escuela, como reflejo de la sociedad, es un espacio donde los estereotipos de género se manifiestan y, lamentablemente, se reproducen si no se interviene de manera consciente y activa. A continuación, se explican algunos de los estereotipos más comunes y el impacto que tienen en el ámbito educativo.

Lenguaje Sexista en los Espacios Educativos

El lenguaje es la forma de expresarnos y comunicarnos que utilizamos desde el momento en que nacemos; son sonidos, llanto, articulaciones, etc., lo que con el tiempo se podrá ir construyendo en palabras ya sean verbales o de signos. El lenguaje va más allá de solo comunicarse verbalmente o con signos, este nos servirá tanto para construir ideas como para transmitirlas. Las concepciones que tenemos de nuestro entorno las fundaremos a partir del lenguaje que este nos transmite, las cosas que escuchamos de cualquier persona, familia, sociedad, publicidad, etc., contribuyen a formar todas nuestras ideas; en este sentido, nuestro lenguaje será una herencia de la cultura en la que convivimos.

Yule (2007) señala que todo el mundo adquiere una lengua en el contexto de una cultura determinada, en relación con otros hablantes y de forma que no tiene nada que ver con los genes familiares, así mismo explica cómo el lenguaje es totalmente aprendido sin que tenga que ver con la herencia genética, es decir, en el lenguaje existe una transmisión cultural. Con base en lo anterior, el lenguaje que utilizamos deberá ser adecuado para la socialización y nos permitirá transmitir y captar sentimientos hacia y de las demás personas; además, el lenguaje será un vehículo transmisor de concepciones de valores que socialmente son esperados y aprobados. Es por esta razón que el lenguaje utilizado en el ámbito educativo es pieza clave en la eliminación de estereotipos de género.

De la misma manera en que aprendemos lenguaje e ideas basadas en estereotipos y sexismo, podemos construir nuevas ideas o reforzar y alimentar las ya aprendidas. El lenguaje utilizado en la comunidad educativa será de gran trascendencia en las filosofías y formas de vida del alumnado y en general de toda la comunidad. Lamentablemente se puede observar la normalización con que se transmiten e interiorizan los estereotipos de género a través del lenguaje. A través del lenguaje que se utiliza en la educación se refuerzan las diferencias que existen en función del sexo, dando lugar a la desigualdad, la discriminación y violencia por género. Tales diferencias son muy normalizadas, como lo es la forma en que se ordenan las palabras y el uso de lo masculino para generalizar, como por ejemplo: alumnos, profesores, hombres, niños, humano, padres, padrinos, etc., términos que invisibilizan a la presencia de la mujer o la ponen en segundo término bajo una justificación de generalizar.

Entonces, es en el aula en donde se puede reafirmar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que se eliminen lenguajes sexistas y carentes de prejuicios y estereotipos. Es ahí en donde el profesorado y el alumnado exponen sus creencias y es ahí en donde se fortalecen sus relaciones de género. Cabe mencionar que dichos lenguajes sexistas no son utilizados únicamente por hombres, la normalización ha sido tal que las mujeres no encuentran problema en utilizarlos. Algunas formas de lenguaje que por lo general son sexistas y se deben eliminar en la comunidad educativa y en todas las comunidades son los piropos degradantes, los refranes populares, las asociaciones estereotipadas y las generalizaciones en masculino.

El lenguaje con perspectiva de género en la comunidad educativa deberá ser observado en el aula, áreas sociales, juntas de padres, juntas con el profesorado, boletines y circulares que se emiten. Así pues, no se trata solo de hacer un cambio teórico sino práctico que lleve a formar filosofías y estilos de vida sin estereotipos de género desde niveles básicos de educación.

Asociaciones y Actividades en la Escuela

Las asociaciones por género surgen cuando se implantan actividades diferentes para hombres y para mujeres según lo que “deben” hacer a partir de los prejuicios y estereotipos. Existen asociaciones que no son precisamente de actividades sino de gustos, como son los colores (rosa para mujer, azul para hombre), programas televisivos (princesas para niñas, deportes para niños), pláticas (belleza para niñas, carros para niños), etc., y estas asociaciones, al igual que las actividades, se encuentran basadas en estereotipos de género.

La comunidad educativa carente de perspectiva de género deja ver la discriminación que puede existir en la asignación de actividades a partir de asociaciones preconcebidas, debido a que generalmente estas se asignan en función del sexo, dejando de lado sus capacidades o preferencias. Estas asociaciones determinarán cuáles deben ser las actividades, preferencias, habilidades, valores y hasta sentimientos de las personas solo por pertenecer a su sexo biológico. Moreno (2000) señala que en las aulas y en los espacios escolares se observan comportamientos que denotan que el alumnado está siendo educado en los papeles tradicionales asignados a hombres y mujeres, lo que revela además una valoración social más positiva de lo masculino frente a lo femenino, pudiendo llegar incluso a un estado de subordinación que conduce habitualmente a la falta de respeto hacia la mujer y, consecuentemente, a su marginación cultural.

Podríamos agregar a lo anterior la discriminación que se emplea en el ámbito escolar hacia las personas con diferente identidad, orientación y/o expresión de género, transmitiendo modelos sexistas en la educación por medio de las asociaciones por género, lo que afectará como consecuencia en la personalidad tanto de los alumnos como de las alumnas. Las investigaciones al respecto empiezan a ser más comunes, lo que va marcando un parteaguas en el cambio de perspectiva educativa hacia las filosofías “derechohumanistas”. Ramírez (2017) estudió sentencias de la Corte Constitucional de Colombia para comprender la inclusión de estudiantes sexualmente diversos y cómo se dan los procesos de respeto de las orientaciones sexuales no hegemónicas en los contextos escolares.

Por otro lado, las asociaciones escolares por sexo dejan ver las desigualdades que contienen los planes de estudios, libros de texto, herramientas didácticas, acciones extracurriculares, lenguaje utilizado y utilización de los espacios, conductas verbales del profesorado, formas adecuadas de peinarse y hasta el uniforme mismo, entre muchas otras. En definitiva, las funciones pedagógicas se cumplen generalmente bajo un modelo androcéntrico, lo que psicológicamente va formando mujeres y hombres para cumplir con los roles de género establecidos por la sociedad, mismos que perfilan al hombre como protagonista eficiente y a la mujer como dócil y secundaria.

Estereotipos por Diversidad Sexual en la Escuela

Como se ha mencionado en esta investigación, los estereotipos por género afectan a todas las personas que participan en la comunidad educativa. Se han planteado las problemáticas que atraviesan las mujeres y hombres por el simple hecho de serlo, pero entre esos hombres y mujeres también existen personas cuyas orientaciones o identidades sexuales no coinciden con su sexo biológico, y es en ellas en quienes recae más fuertemente el peso de los estereotipos de género. Las personas de la comunidad LGBTI+ son constantemente acosadas, señaladas y ridiculizadas no solo por sus compañeros y compañeras sino en algunos casos por el mismo profesorado. Tal discriminación podrá y deberá ser eliminada de cualquier institución educativa a través de políticas institucionales y capacitaciones, principalmente a docentes, ya que son los responsables inmediatos de la formación del alumnado.

La escuela tiene gran influencia en la formación de las personas y, en este sentido, tiene la obligación de formar personas con perspectiva de género y de respeto hacia sus diferencias, cualesquiera que sean, y lograr la inclusión de personas LGBTI+. La diversidad sexual generalmente es poco reconocida por la sociedad educativa y en gran medida por esta razón surge la homofobia. Lo anterior limita el desarrollo de la identidad de las personas LGBTI+, lo que puede ocasionar falta de autoestima e incluso inclinaciones por autodestruirse y propiciar situaciones de “acoso escolar” en las que se rechaza física y verbal a las personas con identidad, orientación y/o expresión de género diferentes a lo “heteronormal”.

El acoso continuo que las personas LGBTI+ sufren en los centros educativos es en gran medida por una falta de información del alumnado y del profesorado, lo que produce situaciones de baja autoestima, encierro, angustia, frustración y depresión, entre muchos otros sentimientos negativos. Los prejuicios sobre las personas LGBTI+ derivan de los estereotipos que se han formado socialmente y que están relacionados con el género, los que incluso rechazan cualquier identidad, expresión u orientación de género que no sea heterosexual, reforzando los estereotipos de masculinidad y feminidad.

A partir de todo lo anterior, podemos entender que se debe eliminar en cualquier institución educativa todo silenciamiento que pueda existir sobre sexualidades diferentes a la “heteronorma” causadas por la desinformación y los estereotipos y por la ausencia de políticas educativas institucionales que promuevan la implementación de estrategias pedagógicas promoventes de la adopción de filosofías y estilos de vida sin estereotipos de género.

Resultados del Estudio en la Universidad Autónoma de Coahuila

Se realizó un estudio empírico con metodología mixta a una población de 150 estudiantes inscritos en licenciaturas de la Facultad de Ingeniería y de la Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Coahuila. El objetivo fue contrastar las diferencias de opinión entre hombres y mujeres con respecto a las acciones que consideran que corresponden a cada uno y observar si aún existen estereotipos arraigados que obstaculizan la igualdad de oportunidades académico-sociales.

La encuesta se estructuró en una escala centesimal y se aplicó de manera presencial. Se realizó un análisis descriptivo de frecuencias y porcentajes, medidas de tendencia central y variabilidad, y un análisis comparativo con la prueba t de Student para muestras independientes.

Características de la Población Estudiada

La distribución por género y edad de los 150 estudiantes encuestados se muestra en las siguientes tablas:

Tabla 1: Análisis de frecuencia y porcentaje de la variable género

Género f fa % %a
Hombre 78 78 52.00 52.00
Mujer 71 149 47.33 99.33
Fluido 1 150 0.67 100.00
Perdidos 0 150 0 100

Los resultados muestran un predominio de hombres (52%) sobre mujeres (47.33%), con una persona identificada como género fluido (0.67%).

Tabla 2: Análisis de frecuencia y porcentaje de la variable edad

Edad f fa % %a
17-19 67 67 44.66 44.66
20-22 65 132 43.33 87.99
Otra (23-29) 18 150 12.01 100.00
Perdidos 0 150 0.00 100.00

La mayor parte de la población encuestada se encuentra en los rangos de edad de 17 a 19 años (44.66%) y 20 a 22 años (43.33%).

Percepción sobre Roles de Género Tradicionales

Se preguntó a los estudiantes a quién correspondían ciertas acciones comúnmente asociadas a estereotipos de género (Hombre - H, Mujer - M, Ambos - HM, Ninguno).

Tabla 3: Responsabilidad Económica

Género Respuesta f fa % %a
Hombre HM 53 53 35.33 35.33
Mujer HM 54 107 36.00 71.33
Hombre H 22 129 14.67 86.00
Hombre M 3 132 2.00 88.00
Mujer H 16 148 10.67 98.67
Fluido HM 1 149 0.67 99.33
Mujer Ninguno 1 150 0.67 100.00
Perdidos 0 150 0.00 100.00

La mayoría (71.33%) considera que la responsabilidad económica corresponde a ambos, pero un 14.67% de hombres y un 10.67% de mujeres aún lo atribuyen principalmente al hombre.

Tabla 4: Desarrollo Profesional después del Matrimonio

Género Respuesta f fa % %a
Hombre HM 63 63 42.00 42.00
Mujer HM 57 120 38.00 80.00
Hombre H 12 132 8.00 88.00
Hombre M 3 135 2.00 90.00
Mujer H 7 142 4.67 94.67
Mujer M 6 148 4.00 98.67
Fluido HM 1 149 0.67 99.33
Mujer Ninguno 1 150 0.67 100.00
Perdidos 0 150 0.00 100.00

El 80% considera que el desarrollo profesional después del matrimonio es para ambos, pero es más probable que lo atribuyan al hombre (12.67% total) que a la mujer (6% total).

Tabla 5: Cuidado de los Hijos

Género Respuesta f fa % %a
Hombre HM 60 60 40.00 40.00
Mujer HM 55 115 36.67 76.67
Hombre H 3 118 2.00 78.67
Hombre M 15 133 10.00 88.67
Mujer M 14 147 9.33 98.00
Fluido HM 1 148 0.67 98.67
Mujer Ninguno 1 149 0.67 99.33
Mujer H 1 150 0.67 100.00
Perdidos 0 150 0.00 100.00

Aunque el 76.67% considera que el cuidado de los hijos es para ambos, una proporción significativamente mayor lo atribuye a la mujer (19.33% total) que al hombre (2.67% total).

Tabla 6: Cargos Directivos

Género Respuesta f fa % %a
Hombre HM 54 54 36.00 36.00
Mujer HM 54 108 36.00 72.00
Hombre H 20 128 13.33 85.33
Mujer H 10 138 6.67 92.00
Hombre M 4 142 2.67 94.67
Mujer M 6 148 4.00 98.67
Fluido HM 1 149 0.67 99.33
Mujer Ninguno 1 150 0.67 100.00
Perdidos 0 150 0.00 100.00

El 72% piensa que los cargos directivos son para ambos, pero hay una tendencia a atribuirlos más al hombre (20% total) que a la mujer (6.67% total).

Tabla 7: Tareas del Hogar

Género Respuesta f fa % %a
Hombre HM 60 60 40.00 40.00
Mujer HM 53 113 35.33 75.33
Hombre H 4 117 2.67 78.00
Hombre M 14 131 9.33 87.33
Mujer M 13 144 8.67 96.00
Fluido HM 1 145 0.67 96.67
Mujer Ninguno 1 146 0.67 97.33
Mujer H 4 150 2.67 100.00
Perdidos 0 150 0.00 100.00

Similar al cuidado de los hijos, el 75.33% considera que las tareas del hogar son para ambos, pero una proporción mayor las atribuye a la mujer (18% total) que al hombre (5.34% total).

Elementos que Generan Perspectiva de Género

Se analizó la percepción de los estudiantes sobre qué elementos intervienen en la perspectiva de género. La siguiente tabla muestra los resultados del análisis comparativo por género:

Tabla 8: Análisis comparativo t student (género vs elementos que intervienen en la perspectiva de género)

Media H Media M t df p Valid N H Valid N M
Eliminación de violencia 73.31 76.85 -0.80 147 0.422 78 71
Conocimiento 75.22 76.97 -0.44 147 0.660 78 71
Reconocimiento personal 73.01 78.34 -1.41 147 0.160 78 71
Paridad de género 67.74 73.72 -1.40 147 0.163 78 71
Igualdad de oportunidades 75.13 74.96 0.04 147 0.966 78 71
Empoderamiento 70.06 76.96 -1.56 147 0.120 78 71
Identidad 70.36 80.94 -2.48 147 0.014 78 71
Transversalización de Derechos 69.36 75.70 -1.54 147 0.125 78 71
Participación 74.18 75.41 -0.28 147 0.777 78 71
Equidad 70.50 74.68 -0.92 147 0.358 78 71
Reconocimiento de derechos 73.14 77.28 -0.97 147 0.333 78 71
Ideales 67.77 76.92 -2.28 147 0.024 78 71
Moral 71.91 79.52 -1.66 147 0.099 78 71

Las mujeres consideran mayormente que la mayoría de los elementos listados (eliminación de violencia, conocimiento, reconocimiento personal, paridad de género, empoderamiento, identidad, transversalización de derechos, participación, equidad, reconocimiento de derechos, ideales y moral) intervienen en la perspectiva de género, mientras que los hombres solo consideran mayormente la igualdad de oportunidades en dicha intervención. Esto sugiere una mayor conciencia general sobre los factores que influyen en la perspectiva de género entre las alumnas.

Medidas de Tendencia Central y Variabilidad

Se realizó un análisis de medidas de tendencia central y variabilidad para la pregunta “¿En qué medida los siguientes elementos intervienen en la perspectiva de género?”.

Tabla 9: Medidas de tendencia central y variabilidad

n Mín. Máx. X DE As K CV Z
Conocimiento 150 0 100 76.19 24.19 -1.29 1.37 31.17 3.15
Reconocimiento personal 150 0 100 75.58 23.01 -1.07 0.67 30.44 3.28
Identidad 150 0 100 75.57 26.51 -1.18 0.73 35.08 2.85
Moral 150 0 100 75.50 28.01 -1.34 0.92 37.09 2.70
Eliminación de violencia 150 0 100 75.16 26.76 -1.26 0.94 35.60 2.81
Reconocimiento de derechos 150 0 100 75.08 25.92 -1.29 1.18 34.52 2.90
Igualdad de oportunidades 150 0 100 74.98 24.02 -1.05 0.67 32.03 3.12
Participación 150 0 100 74.33 26.74 -1.25 0.88 35.97 2.78
Empoderamiento 150 0 100 73.33 26.94 -1.24 1.01 36.73 2.72
Equidad 150 0 100 72.54 27.50 -0.95 0.10 37.91 2.64
Transversalización de Derechos 150 0 100 72.37 25.13 -1.07 0.54 34.72 2.88
Ideales 150 0 100 72.05 24.72 -1.07 0.61 34.30 2.92
Paridad de género 150 0 100 70.59 25.99 -1.09 0.74 36.81 2.72

El análisis de medias (media de medias = 74.09) sugiere que el conocimiento es el elemento que los estudiantes consideran que interviene mayormente en la perspectiva de género, mientras que los ideales y la paridad de género se consideran con menor intervención. La mayoría de las variables tienen una distribución sesgada hacia valores altos y una curtosis platicúrtica. Los coeficientes de variación, en su mayoría menores a 30, indican que la población tiene una opinión relativamente homogénea en cuanto a que estos elementos intervienen en la perspectiva de género, aunque las puntuaciones individuales varían.

Conclusiones e Implicaciones para la Educación

Basándose en los resultados del estudio, se puede concluir que la mayoría del alumnado encuestado considera que responsabilidades como la economía familiar, el desarrollo profesional post-matrimonio, el cuidado de los hijos, los cargos directivos y las tareas del hogar corresponden tanto al hombre como a la mujer. Sin embargo, los datos de frecuencia revelan que persisten prejuicios arraigados. Por ejemplo, aunque muchos ven la responsabilidad económica y los cargos directivos como compartidos, una proporción significativa aún tiende a atribuirlos más al hombre. Por otro lado, el cuidado de los hijos y las tareas del hogar, aunque también vistos como compartidos por la mayoría, son atribuidos a la mujer en una proporción mayor que al hombre.

El contraste de medias entre hombres y mujeres revela una diferencia significativa en la percepción de los elementos que intervienen en la perspectiva de género. Las mujeres tienden a considerar una gama más amplia de factores (eliminación de violencia, conocimiento, reconocimiento personal, paridad de género, empoderamiento, identidad, transversalización de derechos, participación, equidad, reconocimiento de derechos, ideales y moral) como influyentes en la perspectiva de género, mientras que los hombres se centran más en la igualdad de oportunidades.

Lo anterior demuestra que existe una mayor conciencia en temas de perspectiva de género en las alumnas que en los alumnos. En este sentido, se considera necesaria la intervención del profesorado para propiciar nuevos criterios humanistas en el alumnado, debido a que toda forma de discriminación que cualquier miembro de la comunidad educativa haya aprendido, son trasladados a la escuela a la que pertenecen. Estas ideas preconcebidas o estereotipos deberán ser “deconstruidos” en las instituciones educativas, y para lograrlo se considera necesaria la capacitación docente en género. Esta capacitación debe dotar al profesorado de la capacidad de:

  1. Reconocer y eliminar los sesgos de género que pudieran presentarse en su práctica.
  2. Transmitir los temarios escolares partiendo desde una perspectiva de género inclusiva.
  3. Formar en el alumnado criterios basados en la igualdad de las personas.
  4. Brindar equilibrio de oportunidades escolares para niños y niñas con cualesquier identidad, orientación y expresión de género.
  5. Promover nuevas formas de vida en el alumnado y en los docentes que permitan la adopción de filosofías sin estereotipos de género.

Lo anterior se precisa como necesario y urgente debido a los múltiples estereotipos que han sido y se siguen transmitiéndose y fomentando en las comunidades educativas. La eliminación de estereotipos en las personas no es un proceso fácil debido a que se encuentra firmemente arraigado y asimilado, sin embargo, es mucho lo que se puede lograr a partir de la educación para, en este sentido, conseguir comunidades basadas en la igualdad en las que las personas tengan las mismas oportunidades de decisión, crecimiento y desenvolvimiento, sin la necesidad de cumplir estereotipos limitantes. Con apoyo de las instituciones educativas se podrán realizar estos cambios tan urgentes que son ya apoyados no solo por mujeres sino por los hombres debido a una clara concientización en temas de género.

Sobre el papel del hombre en el abatimiento de las desigualdades, los hombres, en vez de definir su masculinidad en oposición a las mujeres, deberían ser conscientes de la desigual e injusta distribución de tareas y de poder que les ha sido asignada a lo largo del tiempo en el ámbito privado, familiar y público, y renunciar a seguir disfrutando de los privilegios del patriarcado. En este sentido, se tendrían que desmontar y reconstruir nuevos modelos y perspectivas de comportamiento social desde la familia, pero apoyados y reforzados por las instituciones educativas, para lo que se requiere indiscutiblemente de capacitaciones hacia todo el personal que integra la comunidad educativa pero principalmente hacia el profesorado. Esta formación proporcionará las condiciones adecuadas y necesarias para brindar una sociedad justa e igualitaria desde edades tempranas e irá permeando generación tras generación de manera que irá eliminando la necesidad de formar también a los niveles superiores, debido a que ya tendrán estas filosofías como formas de vida.

Preguntas Frecuentes sobre Estereotipos de Género en el Aula

Aquí respondemos algunas preguntas comunes sobre este importante tema:

¿Qué diferencia hay entre sexo y género?
El sexo se refiere a las características biológicas (cromosomas, órganos sexuales, etc.) con las que una persona nace. El género, en cambio, es una construcción social y cultural que define los roles, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera apropiados para hombres y mujeres.

¿Cómo afectan los estereotipos a los estudiantes?
Los estereotipos limitan las elecciones y oportunidades de los estudiantes. Pueden influir en las carreras que eligen (o no eligen), en las actividades en las que participan, en cómo se expresan emocionalmente, y pueden llevar a baja autoestima, acoso y discriminación, especialmente para aquellos que no se ajustan a las normas tradicionales.

¿Los estereotipos de género solo afectan a las mujeres?
No, los estereotipos de género afectan a todas las personas. Si bien históricamente han perjudicado más a las mujeres al relegarlas a roles de inferioridad, también limitan a los hombres al imponerles expectativas rígidas sobre cómo deben ser (fuertes, no emocionales, económicamente exitosos) y al dificultarles participar en roles tradicionalmente considerados femeninos (cuidado, tareas del hogar).

¿Qué papel juegan los medios de comunicación?
Los medios de comunicación (televisión, redes sociales, publicidad) a menudo refuerzan y magnifican los estereotipos de género tradicionales, presentando imágenes y narrativas que encasillan a hombres y mujeres en roles limitantes o promueven la cosificación, especialmente de las mujeres.

¿Cómo puede la escuela combatir los estereotipos de género?
La escuela es un espacio crucial para combatir los estereotipos. Esto se logra a través de un lenguaje inclusivo, revisando materiales didácticos para eliminar sesgos, asignando actividades sin distinción de género, promoviendo la igualdad de oportunidades en todas las áreas (académicas, deportivas, directivas), y, fundamentalmente, capacitando al profesorado en perspectiva de género para que puedan modelar y enseñar valores de igualdad y respeto por la diversidad sexual.

¿Por qué es importante la capacitación docente en perspectiva de género?
La capacitación docente es indispensable porque los profesores son modelos a seguir y mediadores del conocimiento. Necesitan ser capaces de identificar y eliminar sus propios sesgos, transmitir los contenidos de manera inclusiva, y crear un ambiente seguro donde se fomente la igualdad, el respeto a la diversidad sexual, y se desafíen activamente los estereotipos.

¿Qué pueden hacer los estudiantes para desafiar los estereotipos?
Los estudiantes pueden empezar por cuestionar las ideas preconcebidas sobre lo que "deben" hacer o ser hombres y mujeres. Pueden elegir actividades o carreras que les interesen sin importar si son tradicionalmente asociadas a un género, usar lenguaje inclusivo, respetar la diversidad sexual de sus compañeros, y hablar si presencian o experimentan discriminación basada en el género.

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