¿Cuál es la historia de la Biblioteca Bernardino Rivadavia?

Historia de la Biblioteca Bernardino Rivadavia

04/05/2025

La Asociación Bernardino Rivadavia – Biblioteca Popular es mucho más que una institución; es un pilar fundamental en la historia cultural de Bahía Blanca y un testimonio del poder de la visión colectiva y la dedicación. Fundada en los albores del despertar cultural bahiense, esta biblioteca ha sido testigo y protagonista del desarrollo de la ciudad, albergando conocimiento y fomentando el acceso a la lectura para todos sin distinción.

¿Cuál es la historia de la Biblioteca Bernardino Rivadavia?
La Biblioteca Rivadavia inició el préstamo de libros el 9 de octubre de 1882, a pocos meses de su fundación oficial, acontecimiento elocuente del despertar cultural bahiense. Desde entonces tiene libre acceso toda persona sin distinción de sexo, religión, nacionalidad y condición social.
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Orígenes y Fundación: Un Sueño Colectivo

La historia de la Asociación Bernardino Rivadavia comenzó a gestarse el 16 de julio de 1882, impulsada por un grupo de vecinos de Bahía Blanca, tanto extranjeros como argentinos, unidos por un profundo idealismo y la convicción de la importancia de la cultura y la educación para el progreso de la comunidad. Entre estos notables fundadores se encontraban figuras prominentes de la política y diversas profesiones, como Filippo Caronti y sus hijos Juan y Luis, Eliseo Casanova, Daniel Cerri, Leónidas Lucero, Octavio Zapiola, Angel Brunel, y Daniel Aguirre, entre otros treinta y nueve firmantes del Acta de Fundación. Su objetivo era claro: crear una institución civil sin fines de lucro que pusiera el saber al alcance de todos.

A pocos meses de su constitución oficial, el 9 de octubre de 1882, la Biblioteca Rivadavia abrió sus puertas para iniciar el préstamo de libros. Este acontecimiento marcó un hito significativo en el incipiente panorama cultural de Bahía Blanca. Desde aquel día inaugural, la biblioteca estableció un principio fundamental que perdura hasta hoy: el libre acceso a toda persona, independientemente de su sexo, religión, nacionalidad o condición social. Esta política de inclusión y universalidad la posicionó desde el principio como un espacio verdaderamente popular y democrático.

Los Primeros Pasos y el Rol del Primer Bibliotecario

Como muchas instituciones nacientes, la Biblioteca Rivadavia ofreció transitoriamente sus servicios en diversos lugares durante sus primeros años. Sin embargo, la necesidad de contar con una sede estable era evidente. Gracias a una ordenanza municipal impulsada por el Dr. Leónidas Lucero, quien presidía el Concejo Deliberante y también fue uno de los fundadores de la biblioteca, se otorgó un local en la calle Moreno 86. Este espacio albergó la institución desde 1891, brindando un hogar más permanente para su creciente acervo.

El primer bibliotecario de la institución fue el cubano Daniel Aguirre, cariñosamente conocido por sus amigos como «El Viejo Aguirre». Hombre de notable sencillez y vasta cultura, Aguirre no solo se encargó de la gestión inicial de los libros, sino que demostró una visión adelantada para su tiempo. Fue él quien tuvo la iniciativa de coleccionar todos los periódicos locales que se editaban en Bahía Blanca. Esta valiosa colección, que se remonta a 1883, constituye hoy el corazón de la Hemeroteca de la biblioteca, un reservorio documental de incalculable valor histórico y una fuente fundamental para la investigación sobre el desarrollo de la ciudad y la región.

Un Legado para la Cultura: La Sede de Avenida Colón

A medida que la ciudad crecía y la biblioteca consolidaba su rol, la sede en Moreno 86 comenzó a resultar insuficiente. La visión de los fundadores y la comunidad apuntaba a un edificio propio, más amplio y representativo. La concreción de este sueño fue posible gracias a un acto de generosidad y compromiso cultural: el legado de Luis C. Caronti.

Luis C. Caronti, hijo de Filippo Caronti (uno de los fundadores) y Adela Casati, nació en Bahía Blanca el 9 de septiembre de 1858. Fue uno de los treinta y nueve firmantes del Acta de Fundación de la Asociación Bernardino Rivadavia, demostrando desde joven su compromiso con el proyecto. Antes de fallecer en 1917, y sin herederos directos, Caronti dispuso en su testamento que una parte significativa de su fortuna fuera destinada a instituciones benéficas y culturales de la ciudad. Específicamente, legó la mitad de sus bienes al Hospital Municipal de Bahía Blanca y la otra mitad a la Biblioteca Pública sostenida por la Asociación Bernardino Rivadavia, de la cual se enorgullecía de haber sido fundador. Este acto de altruismo fue fundamental.

El legado de Luis C. Caronti permitió encarar la construcción de una nueva y ambiciosa sede. Las obras avanzaron y, el 15 de agosto de 1930, se inauguró el imponente edificio de Avenida Colón 31, que se convertiría en el hogar definitivo de la Biblioteca Rivadavia. Esta mudanza no solo significó un cambio de domicilio, sino la consolidación física de la institución como uno de los principales centros culturales de Bahía Blanca, dotado de espacios adecuados para su creciente acervo y sus diversas actividades.

Germán García: Siete Décadas al Servicio del Libro

La trayectoria de la Biblioteca Rivadavia está intrínsecamente ligada a la figura de Germán García. Nacido en España en 1903, llegó a Bahía Blanca en su infancia y dedicó prácticamente toda su vida al servicio de la institución. Comenzó su labor en la Asociación Bernardino Rivadavia siendo aún un niño, en 1915, y permaneció vinculado a ella por casi siete décadas, demostrando una perseverancia y un compromiso excepcionales. Desde sus inicios, el contacto cotidiano con las tareas bibliotecarias, la catalogación y la gestión del acervo despertó en él un profundo interés y le permitió desarrollar un aprendizaje autodidacta del oficio.

En 1927, en un momento de transformación y expansión para la biblioteca, Germán García fue contratado como jefe de salas de lectura, un punto de inflexión en su vida que, según sus propias palabras, marcó su identidad. Su dedicación y conocimiento lo llevaron a asumir la dirección de la biblioteca en dos períodos clave: primero entre 1928 y 1955, y luego, tras un intervalo, desde 1974 hasta 1985. Durante su gestión, especialmente en las décadas centrales del siglo XX, la Asociación Bernardino Rivadavia consolidó su posición como uno de los agentes culturales más activos y legitimados de Bahía Blanca y el sudoeste bonaerense.

Bajo su dirección, el acervo bibliográfico creció notablemente, especialmente en la década de 1930. Paralelamente, el edificio de Avenida Colón, con su sala de exposiciones, tres salas de lectura y un salón de actos con capacidad para 400 espectadores, se convirtió en el escenario principal de los eventos culturales de la ciudad y la región. La biblioteca albergaba conferencias, presentaciones de libros, exposiciones artísticas y otras actividades que dinamizaban la vida intelectual bahiense. La solidez de la estructura asociativa de la Rivadavia la convirtió también en un punto de apoyo fundamental para otras iniciativas colectivas, que encontraban en ella un espacio y un respaldo institucional para sobrellevar los desafíos económicos y proyectar sus acciones.

Germán García no estuvo solo en esta tarea; trabajó mancomunadamente con otras personalidades de gran capacidad de convocatoria y trabajo institucional, como Zulema Cornídez, Pablo Lejarraga, Berta Gaztañaga y Gregorio Scheines. Juntos, desempeñaron un papel clave en la consolidación de las tareas intelectuales y el prestigio alcanzado por las entidades culturales bahienses, proyectando su influencia incluso a nivel provincial y nacional. Compartían la meta de proyectar a Bahía Blanca en la región patagónica y jerarquizar su rol en los círculos intelectuales argentinos.

Una Visión Internacional y Nacional: El Impacto de Germán García

El compromiso de Germán García con la bibliotecología trascendió el ámbito local. Su experiencia y conocimiento lo llevaron a participar activamente en instancias relevantes para el desarrollo de la disciplina en Argentina, como los primeros congresos, federaciones y espacios de formación organizados por el gobierno provincial. Colaboró estrechamente con funcionarios del Ministerio de Educación y la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares de la Provincia de Buenos Aires a fines de los años 40, incluso manteniendo distancias ideológicas sensibles respecto del justicialismo de la época. Su figura era reconocida por su pericia profesional.

Un hito importante en su carrera fue su viaje a los Estados Unidos entre enero y abril de 1954, invitado por el Servicio Cultural del Departamento de Estado. Su objetivo era conocer la organización y funcionamiento del sistema estatal de bibliotecas norteamericano. Durante este viaje, visitó grandes centros urbanos y pudo apreciar la organización de la gigantesca Biblioteca del Congreso en Washington D.C., la estructura de la Biblioteca Pública Enoch Pratt en Baltimore (destacando su departamento de publicidad), y la articulación entre la universidad y la Biblioteca Pública de Georgia en Atlanta, a la que describió como un "foco de cultura y club libre". Pero también exploró el trabajo en ciudades pequeñas, conociendo las bibliotecas rodantes o bibliomóviles (bookmobiles) y las bibliotecas sucursales (branches) que llevaban la cultura a zonas alejadas, e incluso participó en entregas a domicilio en Brookhaven, Mississippi. En Albany, Nueva York, le impresionó la existencia del Tesoro, un sector de alta seguridad que albergaba incunables y manuscritos valiosos, como el borrador de la proclamación de emancipación de Abraham Lincoln. En Boston, visitó una de las bibliotecas públicas más antiguas del país. Este viaje enriqueció su perspectiva sobre el rol social de la biblioteca pública y la iniciativa asociacionista, que él vinculaba a figuras como Benjamin Franklin y Domingo F. Sarmiento.

Su prestigio internacional se consolidó aún más cuando, en 1954, fue convocado por la UNESCO para dirigir la primera experiencia de Biblioteca Pública Piloto en Medellín, Colombia. Esta responsabilidad lo ubicó como un referente en el ámbito de la bibliotecología a nivel latinoamericano.

Tras su regreso a Argentina, que coincidió con el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955, Germán García fue convocado para desempeñar funciones importantes a nivel provincial, como Director de Bibliotecas y Director General de Cultura de la Provincia de Buenos Aires. Aunque estas responsabilidades lo alejaron temporalmente de la dirección de la ABR, nunca perdió su vínculo con las instituciones culturales bahienses. Colaboró estrechamente en el desarrollo de la naciente Universidad Nacional del Sur (creada en 1956), organizando, por ejemplo, un curso elemental para la formación de bibliotecarios en 1961, dirigido a responsables de bibliotecas populares de una vasta región que incluía el sur de la provincia de Buenos Aires y las provincias patagónicas.

Incluso cuando su ocupación principal se encontraba en la Capital Federal, como Jefe del Departamento de Biblioteca y Publicaciones de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, manifestaba su voluntad de apoyar la acción cultural que buscaba consolidar a Bahía Blanca como centro regional. Al igual que otros intelectuales de la época, García participó en espacios y movilizó recursos bajo la idea rectora de que Bahía Blanca era la "capital del sur".

En la década de 1960, continuó asesorando en la creación de centros de documentación y bibliotecas en las flamantes provincias de La Pampa y Neuquén, aplicando su experticia especializada en la conformación de grupos técnicos e instituciones vinculadas a estructuras estatales y nuevas casas de altos estudios, como la Universidad del Comahue. Su desempeño lo posicionó como un actor clave en los procesos culturales e institucionales orientados a la modernización educativa y científica.

El Legado Intelectual de Germán García

Además de su incansable labor como bibliotecario y gestor cultural, Germán García desarrolló amplios intereses intelectuales que se reflejaron en su producción escrita. Combinó su trabajo en las redacciones de periódicos locales como cronista y editorialista con una profunda dedicación a la crítica literaria y el ensayo. Fue miembro fundador de la filial bahiense del Colegio Libre de Estudios Superiores en 1941, un espacio que le permitió vincularse con una red más amplia de escritores, artistas y docentes de renombre nacional y dar visibilidad a sus intereses literarios. Participaba en debates donde la dimensión ideológica del antifascismo y el problema de la libertad eran temas importantes.

Sus columnas, notas y crónicas se alternaban con la elaboración de ensayos, algunos publicados como separatas tras ser presentados en el CLES (como El “Sarmiento” de Martínez Estrada, 1942; Actualidad de Sarmiento, 1943; Benito Lynch y su mundo campero, 1954), y otros de mayor extensión (como La novela argentina: un itinerario, 1952; y Roberto J. Payro; testimonio de una vida y realidad de una literatura, 1961). Su concepción de la cultura letrada lo llevaba a reflexionar sobre los libros, las instituciones que los gestionan y conservan, y los caminos por los que se formaban los literatos y periodistas, así como sus cruces con el ámbito político. Estas intervenciones literarias le valieron reconocimientos, incluyendo premios de la Sociedad Argentina de Escritores y su nombramiento en la Academia Nacional de Letras.

Ya jubilado, Germán García regresó a la dirección de la Rivadavia a inicios de los 70, liderando la institución hasta 1985, incluyendo los difíciles años de la última dictadura cívico-militar. Lejos de cesar su actividad, dedicó esos años a continuar su escritura ensayística y bibliotecológica, a elaborar el relato histórico de la propia biblioteca (publicando La Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia: cien años de historia 1882-1982 en el centenario de la institución en 1982), y a escribir su única novela, Golfo negro, publicada póstumamente. Su vida entera estuvo definida por el universo de los libros y la lectura, dejando una marca profunda en la cultura de Bahía Blanca, donde hoy es reconocido como una de sus figuras más destacadas.

Reconocimiento y Patrimonio: La Biblioteca Hoy

El valor arquitectónico, histórico y cultural de la sede de la Biblioteca Bernardino Rivadavia ha sido reconocido oficialmente en múltiples niveles. En 1992, el edificio fue incluido en el Catálogo del Patrimonio Arquitectónico y Urbano de Bahía Blanca. Posteriormente, el 16 de julio de 2007, fue distinguido como Monumento Arquitectónico Provincial por la ley 13.690, un reconocimiento que quedó plasmado en una placa conmemorativa en el hall de entrada.

El máximo reconocimiento llegó el 2 de octubre de 2008, cuando el decreto presidencial 1592 designó la sede de Avenida Colón 31 como Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Nación. Los considerandos de este decreto destacaron no solo la riqueza arquitectónica del edificio, representativo de su época y función, sino también el magnífico caudal bibliográfico que atesora la institución. Se hizo una mención especial a la Hemeroteca, reconocida por conservar todos los diarios editados en la ciudad desde 1883. Esta colección única es considerada un reservorio fundamental para la investigación, ya que refleja el desenvolvimiento histórico, social y cultural de Bahía Blanca y su región a lo largo de más de un siglo, constituyendo una memoria escrita invaluable.

Este reconocimiento nacional subraya la importancia de la Biblioteca Rivadavia no solo como un espacio de lectura y cultura, sino como un patrimonio vivo que resguarda la memoria y la identidad de una comunidad y una región, proyectando su legado hacia el futuro.

Comparativa: Los Roles de Germán García

La extensa trayectoria de Germán García abarcó diversas facetas, todas ellas vinculadas al mundo del libro y la cultura. Su influencia se hizo sentir en múltiples ámbitos:

Período/Ámbito Rol Principal Impacto y Contribución
1915 - 1985 (con interrupciones) Biblioteca Bernardino Rivadavia Inicia como colaborador infantil, jefe de salas (1927), Director (1928-1955, 1974-1985). Consolida la institución como centro cultural, expande acervo, gestiona sede Av. Colón.
1941 - c. 1970 Colegio Libre de Estudios Superiores (Filial Bahía Blanca) Miembro fundador, coordinador. Espacio de intercambio intelectual, presentación de ensayos, vínculo con red nacional de intelectuales.
1954 Viaje a EE.UU. Invitado por Servicio Cultural del Dpto. de Estado para estudiar sistemas bibliotecarios. Aporta nuevas ideas y perspectivas sobre bibliotecas públicas.
1954 Medellín, Colombia Invitado por UNESCO para dirigir la primera Biblioteca Pública Piloto para América Latina. Reconocimiento internacional de su experticia.
c. 1955 - c. 1960 Provincia de Buenos Aires Director de Bibliotecas y Director General de Cultura. Contribuye a las políticas culturales estatales.
c. 1956 - c. 1961 Universidad Nacional del Sur (UNS) Colabora con Extensión Cultural, organiza curso para bibliotecarios de la región, apoyando el desarrollo de la universidad local.
c. 1960s Provincias de La Pampa y Neuquén Asesor en creación de centros de documentación y bibliotecas. Aplica su saber en el desarrollo institucional de nuevas provincias.
Toda su vida adulta Escritor y Crítico Literario Periodista, ensayista, autor de libros sobre literatura argentina. Miembro de Academia Nacional de Letras. Contribuye al debate intelectual y la crítica literaria.

Preguntas Frecuentes sobre la Biblioteca Rivadavia

Aquí respondemos algunas preguntas comunes sobre la historia de esta destacada institución:

  • ¿Cuándo fue fundada la Asociación Bernardino Rivadavia – Biblioteca Popular?
    Fue fundada el 16 de julio de 1882 por un grupo de vecinos de Bahía Blanca.
  • ¿Quiénes fueron algunos de sus fundadores?
    Entre los fundadores se encuentran Filippo Caronti, Juan y Luis Caronti, Eliseo Casanova, Daniel Cerri, Leónidas Lucero, Octavio Zapiola, Angel Brunel y Daniel Aguirre, entre otros.
  • ¿Cuándo comenzó a prestar libros la biblioteca?
    Inició el préstamo de libros el 9 de octubre de 1882, pocos meses después de su fundación.
  • ¿Quién fue el primer bibliotecario?
    El primer bibliotecario fue Daniel Aguirre, conocido como «El Viejo Aguirre», quien tuvo la iniciativa de coleccionar periódicos locales.
  • ¿Cómo se financió la construcción del edificio actual en Avenida Colón 31?
    La construcción de la sede actual fue posible gracias al legado de Luis C. Caronti, uno de los fundadores, quien legó la mitad de su fortuna a la institución.
  • ¿Cuándo se inauguró la sede de Avenida Colón 31?
    El edificio actual se inauguró el 15 de agosto de 1930.
  • ¿Quién fue Germán García y cuál fue su rol?
    Germán García fue una figura central en la historia de la biblioteca, trabajando en ella por casi siete décadas y siendo su director en dos extensos períodos (1928-1955 y 1974-1985). Fue clave en su consolidación cultural y un destacado intelectual y bibliotecario a nivel nacional e internacional.
  • ¿Por qué es importante la Hemeroteca de la biblioteca?
    La Hemeroteca es de gran valor histórico y para la investigación, ya que atesora una colección completa de todos los diarios editados en Bahía Blanca desde 1883, reflejando la historia de la ciudad y la región.
  • ¿El edificio de la biblioteca tiene algún reconocimiento patrimonial?
    Sí, el edificio de Avenida Colón 31 ha sido declarado Monumento Arquitectónico Provincial (2007) y Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Nación (2008).

Conclusión

La historia de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia es un relato de compromiso cívico, visión cultural y dedicación incansable. Desde la idealista iniciativa de sus fundadores en 1882, pasando por el generoso legado de Luis C. Caronti que permitió la construcción de su icónica sede, hasta la fundamental labor de figuras como Daniel Aguirre y, muy especialmente, Germán García, la institución ha sabido adaptarse y crecer, manteniendo siempre su propósito original de ser un faro de conocimiento accesible para todos. Hoy, reconocida como Monumento Histórico Nacional, la Biblioteca Rivadavia no solo conserva un invaluable patrimonio bibliográfico y documental, como su destacada Hemeroteca, sino que continúa siendo un espacio vital para la vida cultural y educativa de Bahía Blanca, honrando su pasado mientras mira hacia el futuro.

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